
Las altas capacidades intelectuales han sido tradicionalmente asociadas con un alto rendimiento académico o profesional, pero la realidad es que este perfil conlleva una serie de características neuropsicológicas que pueden influir en múltiples áreas de la vida. Identificar y evaluar las altas capacidades tanto en la infancia como en la adultez es fundamental para adaptar el entorno, optimizar el desarrollo y garantizar el acceso a recursos específicos que favorezcan el bienestar y el aprovechamiento del potencial de la persona.
¿Qué implica tener altas capacidades desde la neuropsicología?
Desde una perspectiva neuropsicológica, las altas capacidades no se reducen a un cociente intelectual elevado (normalmente superior a 130), sino que implican una configuración cognitiva particular, que puede incluir:
- Mayor velocidad de procesamiento y facilidad para el aprendizaje.
- Memoria superior a la media, especialmente en el ámbito verbal y visual.
- Habilidad para el pensamiento abstracto y la resolución de problemas complejos.
- Alta creatividad y capacidad para el pensamiento divergente.
- Mayor sensibilidad emocional y alta reactividad al entorno.
- Dificultades en la regulación emocional o social en algunos casos.
Estos aspectos pueden variar entre individuos y, sin una identificación adecuada, pueden pasar desapercibidos o incluso ser malinterpretados como dificultades de adaptación.
Importancia de la evaluación neuropsicológica
La evaluación neuropsicológica es clave para detectar las altas capacidades y comprender su impacto en la vida de la persona. Algunas de las razones más importantes para realizar una evaluación incluyen:
- Diferenciación de perfiles cognitivos: No todas las personas con altas capacidades presentan el mismo perfil. Algunos tienen un desarrollo homogéneo en todas las áreas, mientras que otros presentan discrepancias entre sus habilidades cognitivas, lo que puede generar frustración o dificultades en el aprendizaje.
- Identificación de doble excepcionalidad: En algunos casos, las altas capacidades coexisten con dificultades como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Trastornos del Espectro Autista (TEA) o dislexia. Estos perfiles pueden pasar desapercibidos si solo se evalúa el rendimiento académico sin un análisis neuropsicológico detallado.
- Prevención de problemas emocionales: La falta de identificación y apoyo adecuado puede generar problemas de autoestima, ansiedad o desmotivación. Un niño o adulto con altas capacidades puede sentirse desconectado de su entorno si no recibe estímulos adecuados o si percibe que sus habilidades no son comprendidas.
- Acceso a recursos y adaptaciones: Contar con un diagnóstico preciso permite acceder a programas educativos específicos, adaptaciones en el entorno laboral o académico y estrategias de intervención personalizadas.
Las altas capacidades en la infancia: la necesidad de adaptaciones
En la etapa escolar, los niños con altas capacidades pueden presentar dificultades si el currículo no se adapta a su ritmo de aprendizaje. Algunos de los problemas más frecuentes incluyen:
- Desmotivación y aburrimiento, al no encontrar retos adecuados a su nivel.
- Dificultades de integración social, ya que pueden percibir el entorno escolar como poco estimulante o sentirse diferentes a sus compañeros.
- Baja tolerancia a la frustración, especialmente si no están acostumbrados a enfrentarse a dificultades o errores.
En estos casos, la evaluación neuropsicológica permite proponer estrategias como:
- Enriquecimiento curricular, ofreciendo contenidos más avanzados o proyectos específicos.
- Agrupación con otros niños de altas capacidades para fomentar la interacción con pares con intereses similares.
- Adaptaciones en la metodología, promoviendo un aprendizaje más autónomo y flexible.
Las altas capacidades en la adultez: retos y oportunidades
En la vida adulta, las altas capacidades pueden influir en la forma en que una persona se adapta al entorno laboral y social. Algunos de los retos que pueden surgir incluyen:
- Sensación de insatisfacción profesional, si el trabajo no representa un desafío intelectual.
- Dificultades en el ámbito social, especialmente si la persona siente que su forma de pensar o procesar información es diferente a la de su entorno.
- Perfeccionismo y autoexigencia extrema, que pueden derivar en estrés o ansiedad.
En estos casos, la evaluación neuropsicológica puede ayudar a comprender mejor el funcionamiento cognitivo y emocional, favoreciendo estrategias para:
- Elegir entornos laborales más adecuados al perfil de la persona.
- Desarrollar herramientas para la gestión emocional y la regulación del estrés.
- Mejorar la comunicación interpersonal y el manejo de la frustración.

Conclusión
Las altas capacidades no solo implican un alto rendimiento intelectual, sino un conjunto de características neuropsicológicas que requieren ser comprendidas y atendidas. La evaluación en la infancia permite adaptar el entorno educativo, prevenir problemas emocionales y favorecer el desarrollo integral del niño. En la adultez, conocer el propio perfil cognitivo y emocional puede ser clave para una mejor integración laboral y social.
Identificar y atender las altas capacidades no se trata solo de potenciar el talento, sino de garantizar que la persona pueda vivir de manera equilibrada, con los estímulos y apoyos adecuados a su forma de procesar el mundo.

